Una aproximación desde la teoría económica al espacio público
Resumen. El espacio público es hoy uno de los elementos urbanos determinantes de la calidad de vida de los ciudadanos y la economía no debe obviar el reconocimiento de esta tendencia. En este artículo pretendemos aproximarnos (de forma introductoria o hipotética para futuras investigaciones) desde la teoría económica al espacio público, revelando, de un modo sencillo, sus principales características como bien público y sus efectos en el desarrollo de las ciudades hoy.
Tesis: El espacio público es un bien público puro que mejora el bienestar de todos los ciudadan
UNA MIRADA AL ESPACIO PÚBLICO
Hoy el “medio natural” en el que se desarrolla la actividad económica es el ámbito urbano-regional o la ciudad metropolitana. Es aquí donde se puede dar una mayor densidad de relaciones, donde se multiplican las sinergias y donde se dan las condiciones más favorables para la adaptabilidad a entornos variables e innovación competitiva (las grandes ciudades son las multinacionales del siglo XXI)[1]. Y es en este “medio natural” en donde aparece el espacio público, como elemento estructurante físico y escenario de cohesión de una realidad social que no está estructurada ni desestructurada, sino que está estructurándose[2].
los espacios públicos desempeñan un papel esencial en la construcción de una ciudad competitiva, cohesionada y sostenible. La construcción de la ciudad se refleja en sus espacio públicos, que actúan como lugares de centralidad, como espacios de creación de identidad de barrio, de ciudad. Los espacios públicos por su naturaleza son accesibles y seguros, especialmente para las poblaciones más débiles y deben incorporar aspectos simbólicos que permitan a la población sentirse identificada con su lugar de residencia.[3]
Es así como las administraciones de las ciudades comienzan a entender los efectos positivos que posee el espacio público y generan nuevas políticas e inversiones para el mejoramiento de las condiciones de vida: “El espacio público es mucho más que un lugar físico por el que se pasa de manera casual y fugaz, como lo puede ver cualquier transeúnte desprevenido. Desde la perspectiva del interés público, el espacio toma el sentido de un escenario donde se dan relaciones sociales de todo tipo, esencial para la dinámica y la vida de la ciudad y para el bienestar de sus habitantes.[4]”
Al hablar de espacio público, entendemos lo público como la posibilidad de acceso para todos, “el derecho a la calle es le derecho a la igualdad y la justicia”[5]; que se extiende como el espacio primario de comunicación y transferencia de conocimientos y experiencias (el ágora), así como también de esquivamientos y silencios. Es también el escenario para la memoria (monumentos), el recuerdo de cultos, épicas y posturas de progreso. Es allí en donde los eventos del azar surgen, en donde somos impactados por imágenes, colores, olores, ruidos, miradas, donde podemos existir, estar y (“en teoría”) ser. Pero es también espacio inacabado, en proceso de formación ilimitada, de diversidad de usos y de variación de intensidades, “el espacio público es el mundo”[6]
A menudo es conveniente saber cuando un espacio público mejora el bienestar social. Por ejemplo la construcción de una calle puede tener beneficios económicos como la reducción del precio de movilización. Sin embargo, estos beneficios deben compararse con los costes que pueden tener para el medio ambiente, así como con los costes de construcción. En general, los beneficios y costes de un proyecto afectan a cada persona de una manera distinta.
Es posible asumir el espacio público como bien público por el hecho de producir efectos sobre quienes no lo han consumido, pues el hecho de que una ciudad cuente con un desarrollo de espacio público considerable, genera efectos positivos sobre toda la población tanto a nivel nacional como internacional. Tales efectos son conocidos como externalidades, que en la mayoría de los casos no son internalizables por el hecho de generar beneficios que no se pueden imputar a ningún agente en particular. Así, el hecho que se suministren parques y plazas como bien publico, implica que aquellos que no accedan directamente a ella, se vean beneficiados indirectamente por el consumo de otras personas a su alrededor, por lo cual la suma de los beneficios individuales genera el beneficio social de consumir espacio público (figura 1)
2. LOS BIENES PÚBLICOS Y EL ESPACIO PÚBLICO
Un bien público es una mercancía para la cual la utilización de una unidad de un bien por un agente no impide su uso por otros agentes (Mas-Colell, 1995), el consumo de tal bien por ese individuo no disminuye la cantidad disponible para el consumo de los demás. Además estos son consumidos por toda la sociedad en las mismas cantidades y el costo marginal de proporcionar el bien público de un individuo adicional es nulo.
B
Persona Y
º
A
E
Curva de posibilidad de utilidad sin provisión de bienes públicos por parte del Estado.
Curva de posibilidades de utilidad con provisión de bienes públicos por parte del Estado.
Persona X
Figura 1. La frontera de posibilidades de utilidad. La frontera de posibilidades de utilidad nos muestra la utilidad máxima que puede alcanzar un individuo (grupo), dado el nivel de utilidad del otro. Sin la coerción del Estado, el equilibrio podría estar en el punto E. Si el Estado les suministra bienes públicos (obligando a ambos a contribuir a financiarlos), ambos pueden estar mejor que sino se los suministrara, como en el punto A. Pero el poder de coerción puede ser utilizado por un grupo para beneficiarse a expensas del otro, como en el punto B.
2.1 Las Externalidades
Las externalidades son los efectos positivos y negativos de los actos de una persona o empresa. Los casos en que los actos de una persona imponen costes a otras se denomina externalidades negativas. Y los actos de una persona que benefician a otras se llaman externalidades positivas. Siempre que hay actividades que generan externalidades, la asignación de los recursos que realiza el mercado puede no ser eficiente. Existe, por ejemplo, la creencia general de que si el Estado no interviniera, el nivel de contaminación sería demasiado alto. En otras palabras, el control de la contaminación genera externalidades positivas, por lo que si no interviniera el Estado este control sería insuficiente.
Muchos bienes públicos, como las calles y las aceras, son suministrados por el Estado. Todas las ciudades tienen un determinado número de calles de una determinada calidad y todo el mundo puede utilizarlas. Pero nace la pregunta ¿Cuándo suministrar un bien público?
Bienes Públicos Puros e Impuros
Cuando los beneficios que genera un bien público están disponibles para todos una vez se ha producido, se dice que este es no excluible, por lo cual excluir a una persona del consumo de un bien público sería extremadamente caro; por ejemplo excluir a una persona de un parque donde no hay cobro para acceder al sitio. Además, un bien público es no rival si el consumo de éste por parte del individuo no disminuye o impide el consumo por parte de otro individuo, en el ejemplo anterior no es posible que el disfrute del parque por un individuo, impida o disminuya la cantidad disponible de parque para el consumo de otro, por lo cual al no existir rivales los beneficios que reporta el consumo de estos bienes no posee un costo marginal. A esta característica de no rivalidad también se la ha llamado indivisibilidad de los beneficios[7]. La mayoría de los bienes públicos puros son suministrados por el Estado, debido a que, en general, los mercados privados no tienen la capacidad de suministrar la cantidad óptima de estos bienes.
Por otra parte. Muchos bienes públicos que son suministrados por el Estado no se caracterizan por ser puros, pues es posible, pero relativamente caro, que una persona adicional utilice estos bienes o servicios; así la provisión de bienes como la educación o servicios como los de un teatro que cobre el acceso, producen costos adicionales para aquella persona que desee consumirlos, es decir, en este tipo de bienes existe un costo marginal por el consumo de un individuo adicional impidiendo que sea catalogado como bien público puro. Estos bienes son conocidos como bienes públicos impuros, ya que satisfacen solo parcialmente alguno de los dos criterios de los bienes públicos puros mencionados anteriormente.
Los bienes públicos impuros se clasifican en dos categorías; los bienes que o presentan rivalidad en el consumo, pero que son excluíbles, llamados bienes de club; y los bienes que no son excluíbles, pero que presentan rivalidad en el consumo son llamados recursos de fondo común[8], Por ejemplo, los bienes y servicios culturales pueden ser identificado como bienes públicos impuros, ya que existe la posibilidad de restringir el acceso a un sitio que ofrezca bienes culturales a través del cobro de cierta cantidad de dinero para poder entrar, esto los vuelve excluibles pero no rivales, pues aunque solo pueden entrar a estos sitios quienes paguen, al estar adentro podrán disfrutar de la misma cantidad del bien o servicio cultural que allí se esté ofreciendo. Entre los bienes impuros definidos como club se encuentra aquellos que generan exclusión del carácter de miembro y generan exclusión por las condiciones físicas del lugar en que se ofrece el bien, por ejemplo cuando se ofrece una exposición de pintura en un recinto cerrado (salón), allí hay exclusión porque el bien cultural no se está suministrado para toda la sociedad sino para una parte específica de ella, pero allí no hay rivalidad pues al interior del recinto los miembros podrán consumir toda la misma cantidad, sin que el consumo de unos impida o disminuya el consumo de otros.
Para el caso de los bienes públicos impuros definidos como bienes de fondo común, se podría pensar en una feria artesanal donde no hay restricciones al acceso y todos los agentes pueden disfrutar de ella, pero si existe la posibilidad que al adquirir los bienes culturales que allí se ofrecen se estaría impidiendo la cantidad de tales bienes por parte de una persona adicional, o el caso de un museo público donde no hay restricción a la entrada, es no excluible porque es posible que todos disfruten de el, pero puede haber rivalidad y un alto costo marginal si en este lugar se produce el problema de la congestión, lo cual impedirá el consumo de los bienes y servicios ofrecidos por el museo a una persona más. Los bienes público impuros son suministrados algunas veces por el Estado y otras por la empresa privada a través de acuerdos con el Estado, o pueden ser suministrados por ambos. En el caso de los bienes culturales es posible que la planta física disponible para un evento cultural sea aporte de una empresa privada, pero que la promoción cultural sea responsabilidad de Estado y que el valor de la entrada, en caso de que ésta se cobre, se utilice para el autosostenimiento del lugar[9].
Presenta rivalidad
No presenta rivalidad
Excluible
Bien privado
Instrumento musical
Bien club (bien público impuro)
Exposición de pintura en un recinto cerrado – cobro)
No excluible
Bien de fondo común ( bien público impuro) Bien sujeto a congestión
Museo público con problemas de congestión
Bien público puro
Espacio público, parques
El mercado por un lado no suministra los bienes público puros o si lo hace no los suministra en una cantidad suficiente. El hecho de que los mercados privados no suministren bienes públicos o suministre demasiados pocos justifica muchas de las actividades del Estado.
2.2.1 El Espacio Público como Bien Público Puro
Como veíamos, los bienes públicos puros parten de dos principios fundamentales que son:
La no rivalidad. No cuesta nada que otra persona más disfrute de sus ventajas. Formalmente, el hecho de que un individuo adicional disfrute del bien tiene un costo marginal nulo.
2. La no exclusión. Es difícil o imposible impedir que se disfrute del bien público.
La no rivalidad: Bienes cuyo racionamiento es inviable
El ejemplo más claro de un bien cuyo racionamiento no es posible es la defensa nacional. No existe forma alguna de excluir a nadie de los beneficios. En algunos casos la exclusión es viable pero muy costosa. Por ejemplo, sería demasiado caro impedir que algunas personas entraran en los parques de una determinada calidad; para impedirlo habría que construir una verja alrededor, que tal vez afearía la vista que se contempla desde el parque, y contratar a una persona que se encargara permanentemente de controlar los permisos o de cobrar la entrada[10].
La no exclusión: Bienes cuyo racionamiento no es deseable
La segunda propiedad de un bien público es que no es deseable excluir a ninguna persona: la cantidad que consume un individuo no reduce la cantidad que pueden consumir los demás. En otras palabras, el coste marginal de suministrar el bien a otra persona más es nulo. Es importante distinguir el coste marginal de suministrar un bien del coste marginal que resulta del hecho de que una persona adicional disfrute de ese bien. Cuesta más instalar más luminarias, pero no cuesta más permitir que una persona adicional se guíe por una determinada iluminación cuando camina cerca de ellas.
CONCLUSIÓN
EL ESPACIO PÚBLICO Y EL MEJORAMIENTO DEL BIENESTAR EN LAS CIUDADES
El espacio público si es entonces un bien público puro generador de externalidades positivas en la sociedad, y por consiguiente, de mejores condiciones de vida para los ciudadanos, que lleva a que el Estado intervenga en su provisión para que ésta sea eficiente. Ya que si su suministro se diera por parte del mercado su asignación resultaría ineficiente, pues las condiciones del mercado exigirán que, al suministrar estos espacios, se actúe con una conducta maximizadora, llevando a la búsqueda de un beneficio individual y no el beneficio de toda la sociedad, proporcionando, en cambio, una pérdida de bienestar para quienes no estén en capacidad de pagar para acceder. [11]La provisión de espacios públicos no se traduce directamente a un aumento de la riqueza y las utilidades de un individuo particular a costa del sacrificio de otros, ya que el tipo de propiedad de estos tipos de bienes son colectivos y públicos, por lo tanto no hay forma que alguien se apropie del beneficio que se obtiene al consumir o disfrutar un bien o espacio público.
En las condiciones actuales de las ciudades, el medio ambiente urbano se ha degradado notablemente. Existen numerosos aspectos en los que se refleja esta pérdida de calidad de vida, entre los que podemos citar la contaminación atmosférica, el aumento de las superficie ruidosa, la disminución del confort climático, la producción de residuos, el aumento de la inseguridad vial y la mayor conciencia de barreras arquitectónicas.
Como consecuencia, se crea una visión más amplia del desarrollo global desde la sostenibilidad, empezando a contemplar la necesidad de medidas políticas para cuidar el entorno natural. La organización del espacio urbano y de las actividades que se realizan en el seno de una ciudad con condiciones adecuadas para la habitabilidad de sus habitantes. El mantenimiento de estas condiciones debe incorporar tanto la dimensión temporal – asegurar las condiciones de habitabilidad a generaciones futuras – como la dimensión espacial, sin comprometer la sostenibilidad de sus diversos ámbitos de influencia, desde áreas próximas hasta aspectos globales, al contemplar el funcionamiento agregado de conjuntos de ciudades.
Es por este motivo que el objetivo principal de la política urbana hoy es “hacer ciudad” y tiene su expresión concreta y formal más fuerte en la concepción de los grandes proyectos urbanos en donde el espacio público es protagonista. Este hacer ciudad supone optar por un medio urbano concentrado (para intensificar las relaciones sociales y económicas y para favorecer la cohesión social y la gobernabilidad) por la dialéctica entre centralidades y movilidad, y la definición del proyecto de ciudad entre todos los agentes urbanos que impregnen la cultura cívica y consigan un amplio consenso social[12].
ANEXO 1
Indicadores de sostenibilidad
Agenda local 21, Reino Unido. Proyecto de Investigación de Indicadores de Sostenibilidad. Comité de administración del gobierno local 1995.
1. Los recursos se usan con eficacia y la pérdida se reduce al mínimo mediante ciclos cerrados
2. La contaminación está limitada a niveles que los sistemas naturales pueden soportar y sin daños
3. La diversidad de la naturaleza es valorada y protegida
4. En lo posible, las necesidades locales se cubren localmente
5. Todos tienen la oportunidad de emprender un trabajo satisfactorio en una economía diversa
6. Se reconoce el valor del trabajo no retribuido, mientras que el pago por el trabajo es justo y se distribuye justamente
7. La buena salud de la gente se protege creando entornos seguros, limpios y agradables y servicios de salud que ponen énfasis en la prevención de las enfermedades además del cuidado adecuado a los enfermos
8. El acceso a las instalaciones, servicios, bienes y a otra gente no se consigue a expensas del medio ambiente ni está limitado a los que tienen coche.
9. La gente vive sin miedo a la violencia personal derivada de delitos ni de persecución por sus creencias personales, raza, género o sexualidad.
10. Todos tienen acceso al conocimiento, información y técnicas necesarias para poder participar plenamente en la sociedad
11. Todas las secciones de la comunidad tienen el podes para participar en la toma de decisiones.
12. Las oportunidades de cultura, ocio y recreo están a disposición de todos
13. Los lugares, espacios y objetos combinan significado y belleza con utilidad. Los asentamiento son “humanos” en escala y forma. Se valora y se protege la diversidad y la distinción local
Fuente: Agenda local 21, Londres, Reino Unido, 1995.
ANEXO 2
Por un Desarrollo Urbano Afortunado (propuesta decálogo para uso de los gestores del desarrollo urbano)
1. Las ciudades tienen calles, no carreteras. La ciudad es un espacio público. Hacer ciudad es construir lugares para la gente, para andar y encontrarse. Es hacer comercios y plazas, restaurantes y cines. En la calle, las vías solo sirven secundariamente para los vehículos. Para los públicos primero . Luego nada. Luego los privados. La ciudad es, ante todo , un conjunto de espacios públicos rodeados de edificios y árboles.
2. Las obras empiezan y se acaban. Las obras se acaban bien. Los errores tienen responsables y estos deben pagar por ellos. El incumplimiento debe ser sancionado y el mal causado castigado. Los que ganan dinero agrediendo a la ciudad deben ir a la carcel. Los gobernantes locales solo tendrán credibilidad si se imponen a los grupos económicos que actúan en la impunidad.
3. El desarrollo urbano se materializa en un programa de obras pero sólo construye la ciudad futura si responde a un proyecto global, conocido, equilibrado y deseado. Puede ser el plan estratégico. Hay que definir centralidades, ejes principales de desarrollo, accesos y elementos fueres en los barrios. El desarrollo urbano debe garantizar la movilidad de todos y por tanto desconcentrarla; pero también la calidad de los entornos. Los ciudadanos necesitan visualizar la ciudad, ver su barrio, entender sus trayectos e identificarse con sus centros.
4. Las operaciones de desarrollo urbano son actuaciones integradas y estratégicas, Cada operación debe tener su complemento / continuidad de equipamiento, de diseño, de actuación social y cultural, de mejora ambiental , de sguridad ciudadana, de generación de empleo. La ciudad no es un conjunto de compartimientos, la política no puede ser una serie de programas sectoriales. La ciudad es mezcla y la política urbana una combinación inteligente y sensible.
5. En la ciudad el camino más corto entre dos puntos es el más hermoso, La estética urbana hace la ciudad vivible. Cada proyecto de be tener su justificación arquitectónica, su significado cultural y su percepción gratificante. Las vías y los espacios públicos inhóspitos son una agresión gratuita par todos y, sobre todo, para los que más necesitan la ciudad, sectores populares, mujeres, viejos y niños. La inmensa mayoría.
6. Una ciudad democrática es una ciudad visible, con referencias físicas y simbólicas que ubiquen a su gente. Los centros deben ser accesibles y polivalentes, en sus usos urbanos y en sus significados culturales. Los trayectos más frecuentados transmiten la imagen de la ciudad a la mayoría: si son desagradables, la gente no se mostrará agradable. Los barrios necesitan todos identidad y valor social, deben monumentalizarse y construir sus atractivos propios. Una política de desarrollo urbano debe encender las luces reales y metafóricas en todas y en cada una de las partes de la ciudad.
7. Construir la ciudad futura es tarea de todos. Pero no hay creación sin proyecto y el proyecto debe ser integrad, global. Es nuestro deber político y profesional crear y hacer accesibles los medios para que este proyecto incluya las necesidades y los deseos de l a mayoría. Los medio deben adecuarse a los mecanismos culturales de la gente: maquetas y exposiciones en los barrios, multimedias, campañas de explicación y promoción. Los ciudadanos existen pero muchas veces los que monopolizan el poder y el saber prefieren ignorarlos.
8. El progreso de la ciudad se mide por el progreso en cantidad y calidad de sus espacios públicos. Es prioritario conocerlos. Los que existen legal y materialmente y los que pueden existir como tales. Hay que conquistar espacios públicos frente a otras autoridades del Estado (cuarteles; área portuarias ferroviarias y aeroportuarias; ministerios y organismos que poseen edificios obsoletos o espacios subutilizados). Y conquistar también los privados, institucionales (como la iglesia) o empresariales (fábricas o bloques semiabandonados, terrenos expectantes de los especuladores). Hay que derribar las murallas que impiden a la mayoría ver y usar la ciudad.
9. No hay desarrollo urbano positivo sin capacidad de intervención y de previsión. Es preciso conquistar el subsuelo: para galerías de servicios, para aparcamientos, para garantizar imposibilidades de uso más intensivo de la ciudad. Los puntos de encuentro de vías y líneas de transporte son elementos privilegiados del desarrollo urbano: espacios públicos y equipamientos deben estar dotados de fermentos de centralidad. Hay que inventar centralidades futuras a partir de una actuación pública fuerte del presente: operaciones administrativas o culturales, áreas de terciario cualificado, terminales de transportes. La ciudad del mañana se construye reinventado la ciudad del pasado y diseñando ciudad en las fronteras de la ciudad actual.
10. La calidad del desarrollo urbano depende de la socialización de la cultura arquitectónica y de la estética de los espacio públicos, pero también de la penetración de la cultura cívica en los entes burocráticos y en las corporaciones profesionales, de la integración de las demandas sociales y de los fantasmas colectivos.
Nadie tiene el monopolio del saber urbano, pero todos tienen fragmentos necesarios para construir la ciudad. No se trata de colocar un fragmento al lado de otro sino de combinarlos según las posibilidades de cada momento y de cada espacio. Solamente así construiremos una ciudad con lugares (significativos), en vez de territorios (administrativos), una ciudad para vivirla en cada momento y en cada parte y no para sufrirla transitando interminablemente a través de la congestión y la fealdad.
Nota final: Para transformar la ciudad hay que conocerla . Las ciudades se conocen con los pies. Para proponer programas viales y sistemas de transporte hay que andar la ciudad y mezclarse son sus gentes. El urbanista no trabaja en un laboratorio sino en la calle, no se traslada todo el tiempo en coche sino que salta de un medio a otro, no habla solamente con colegas o profesionales sino con las diversas personas que viven la ciudad. Hay que pisar en algún momento cada barrio y cada obra y entrar en las casas y hablar con su gente. Transformar la ciudad supone un estilo de vida.
Exposición de J. Borja en el Instituto de Desarrollo Urbano de Bogotá, Colombia, 1995.
BIBLIOGRAFÍA
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VARIAN, Hall. Microeconomía Intermedia. Barcelona: Editorial Antonio Bosch, 1987. 630 p.
[1] CASTELLS, Manuel y BORJA, Jordi. Local y Global: La gestión de las ciudades en la era de la información. España: Taurus pensamiento, 1998. 320 p.
[2] DELGADO Manuel. Conferencia en la Universidad Pontificia Bolivariana 2004
[3] La degradación de los espacios públicos que se produce por falta de conservación, por la ocupación indiscriminada por parte de los automóviles, por la poca integración con las necesidades de los propios habitantes conduce al desarraigo y a la falta de identificación de los vecinos y usuarios con el territorio en el que viven, trabajan y consumen.
[4] Plan de Desarrollo Municipio de Medellín 2004-2007, línea tres, un espacio para el encuentro ciudadano. Dirección de planeación municipal, Municipio de Medellín.
[5] DELGADO Manuel. Op.cit.
[6] Ibíd.
[7] (KAUl p 260)
[8] OLARTE CADAVID, Ana Milena, Aproximación teórica a la valorización económica de bienes culturales: Ciudad Botero. Medellín: 2002. 150 p. Trabajo de grado. Universidad de Antioquia. Facultad de ciencias económicas, departamento de economía.
[9] Ibíd..
[10] La inviabilidad de un sistema de racionamiento basado en los precios implica que el mercado competitivo no genera una cantidad del bien público eficiente en el sentido de Pareto. Supongamos que todo el mundo valora la defensa nacional pero el Estado no la suministra. ¿podría colmar este servicio una empresa privada? Para hacerlo, tendría que cobrar por los servicios suministrados. Pero como todos los ciudadanos sabrían que terminarían beneficiándose de sus servicios, independientemente de que contribuyeran o no a costearlos, no tendrían ningún incentivo para pagarlos voluntariamente. Ésta es la razón por la que debe obligárseles a financiar estos bienes mediante impuestos. La renuencia de la gente a contribuir voluntariamente a la financiación de los bienes públicos se denomina el problema de polizón. STIGLITZ, Joseph E. La economía del sector público. 2da. Ed. Barcelona: Editorial Antonio Bosch, 1997. 580 p.
[11] Aunque, es relativamente fácil que la exclusión se de también cuando el Estado es quien está proporcionando el bien público, en el caso de los parque, es probable que el Estado cobre determinada cantidad de dinero por el acceso a un sitio cultural en busca del autosostenimiento de éste, pero no en busca del enriquecimiento propio.
[12] CASTELL Y BORJA. op cit.
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