Hoy Medellín tiene una cara amable, hay más espacios donde caminar, se realizan nuevos y mejores eventos y ferias nacionales e internacionales; las áreas de esparcimiento van en aumento; en sectores anteriormente olvidados ya existen parques y bibliotecas, el nivel de la educación pública va en aumento, se complementan y se construyen nuevos sistemas de transporte, las áreas de expansión de vivienda van en marcha rápida con planes de gestión inmobiliaria que integran lo privado y lo público, las diferencias sociales y territoriales no están tan marcadas, la percepción de seguridad ha mejorado (y sin personas vestidas de gris cada dos cuadras), la construcción y las inversiones privadas están a todo vapor y hasta escasea la mano de obra, etc, etc... Sin embargo, para muchos expertos en temas de desarrollo territorial, es claro que las verdaderas transformaciones sociales requieren de procesos que incluyan varias generaciones, debido, a que una variación de los índices de pobreza, empleo, calidad de vida, entre otros, tienen efectos menores en periodos cortos así sean muchos los esfuerzos.
Es por esto que, como ciudadano normal y reconociendo todo lo bueno que está sucediendo, veo dos alternativas con miras a las próximas elecciones: intentar con otra nueva administración que promueva en corto plazo pactos sociales de gran magnitud, pero con políticas distintas a las anteriores. O, aprovechar la oportunidad de un buen periodo que ha demostrado compromiso y buenos resultados en poco tiempo y dar continuidad a sus ideas, renovando pactos ya existentes y creando nuevos.
La primera, requiere que estemos dispuestos a apoyar nuevas configuraciones en los esquemas educativos, productivos, urbanos, y otros, en un nuevo período, configuraciones que deben ser probadas, y que en algunos casos ya han sido experimentadas con dudosos resultados. La segunda, por el contrario, solo demanda estar atentos a reconocer las ideas y las personas que con su labor reciente han logrado mejorar los niveles de bienestar y de imagen de la ciudad, para aprovechar la inercia de sus acciones y darles continuidad.
Dentro de las administraciones públicas, siempre parece imposible intentar solucionar problemas que crecen de forma exponencial con respuestas aritméticas, es como tratar de humedecer una esponja con pequeñas gotas, que si pierden su ritmo se secan. Y he ahí la clave: “no parar de gotear” y estoy convencido que la esponja cambia su estado seco. Es por esto que reflexiono sobre lo conveniente y práctico socialmente con nuestra elección democrática, y es bajo esta, que invito a todos aquellos, que votamos sin necesidad de promesas particulares, regidos mas por líneas de equidad y desarrollo, a «no perder el rumbo» en un proceso de transformación social que estamos viviendo.
Carlos David Montoya V.
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1 comentario:
Estoy completamente de acuerdo con que Medellín tiene ahora un buen rumbo. Tal vez no sea perfecto, pero sin dudas, es lo mejor que hemos tenido en los últimos 50 años. Creo que debemos apoyar todas las iniciativas que busquen impulsar este rumbo.
Gracias por el mensaje.
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